martes, 31 de agosto de 2010

El alzamiento de los valaquianos

Los héroes llegaron, sin saber cómo, al valle de Vinnogard en busca de las aguas curativas que podían sanarlos de la peste gris, que ya ha contagiado a cinco de ellos. En su exploración del valle, descubrieron que Esmeralda, Boltonar, Jared y Puño de Ogro han estado azuzando a los campesinos para rebelarse contra el barón florentino que controla el feudo.

La cabeza sanguinolenta observa la fortaleza invadida con los ojos en blanco. El campesino alza la pica para que todos puedan verla y gritar victoria.

-¡Mueran los florentinos!
-¡Viva Valaquia!
-¿No querías impuestos, barón? ¡Tómalos!

Una mujer le echa un puñado de monedas de cobre a la boca abierta en un rictus de espanto. Todos ríen. La esposa y las hijas del barón son arrojadas a la muchedumbre.

-¡Las putas florentinas son para mí!
-¡Ja ja ja! ¿No les gustaban tanto los bailes? ¡Ahora nosotros bailamos para ustedes!

Los campesinos alzan sus horcas y picas y bailan alrededor de las aterradas mujeres, escupiéndoles, orinándoles y amenazándolas con cuchillos. La única que les hace frente es la madre, una mujer alta y de mirada furibunda.

-¡Váyanse de aquí! ¡Dejen a mis hijas tranquilas!

La mujer golpea a un campesino y le quita el cuchillo. Amenaza a los demás: sus manos tiemblan, pero mantienen firmemente agarrada la corta hoja. Los campesinos ríen y continúan su danza. Un solo golpe de palo basta para hacerle soltar el cuchillo y entonces los hombres se abalanzan sobre las mujeres.

-¿Es necesario que las violen? ¿No bastaba con matarlas? -pregunta Boltonar.
-Que hagan lo que quieran -dice Esmeralda-. Necesitan hacer fiesta con la sangre derramada. Todos deben sentirse parte de la masacre o se cuestionarán sus acciones.
-Me dan escalofríos. Las hijas del barón son sólo unas niñas.
-Sí. Y después las matarán lentamente -Esmeralda habla con tranquilidad. A Boltonar le parece que incluso disfruta el espectáculo.

El halfling desvía la mirada. La batalla aún no termina. Aún hay una torre del alcázar controlada por los soldados florentinos, pero los villanos de Vinnogard los tienen acorralados. El halcón gris vuela fuera de los muros de la fortaleza.

-Puño de Ogro salió -dice Boltonar-. Algunos soldados deben haber escapado. ¿Quieres que lo ayude?

Esmeralda se encoge de hombros.

-¿Para qué? No eres capaz ni de distinguir a un aliado de un enemigo.
-No me vengas con eso ahora. ¿Cómo podía sospechar que eran ellos? Suponíamos que estarían en las montañas, buscando al dragón. Además también te engañaron a ti, y eso que ya estabas sobre aviso. ¿No se llevaron acaso todas las redomas con el agua curativa?

La bruja aprieta los puños hasta que los nudillos se le ponen blancos. Esos malditos elfos y su enano-mascota se habían burlado de ella. Hicieron prisionero al halfling, les sacaron información sobre los planes de Mu Th'arr, mataron a Jared, consiguieron curarse de la peste gris, descubrieron a Demian, el espía, y lo eliminaron. Los elfos eran mucho más astutos de lo que creía... Y mucho más poderosos.

La druidesa podía transformarse en dragón. ¿Cómo era posible que dominara magia de niveles tan elevados? ¿Era posible que hubiesen burlado a Mu Th'arr, que los elfos hubiesen ocultado su verdadero poder incluso al escrutinio psíquico del illithid?

-Esos elfos son muy peligrosos, Esmeralda -el halfling observaba ahora a un par de campesinos peleándose por los aros que le habían arrancado de las orejas a la hija menor del barón-. Si no hubiese sido porque teníamos a todo el pueblo de nuestro lado, nos habrían derrotado. Y la montaraz esa, ¿Anädheleth, no se llama? Rompió tu hechizo sobre el elfo dorado. No podemos vencerlos solos: tenemos que reunirnos con Necratos y el resto del grupo.
-Esa maldita montaraz... El vínculo sigue ahí: puedo sentir a Eleion a través de él, pero no puedo volver a controlarlo si la elfa lo ayuda de nuevo. ¿Cómo pudo haberlo hecho? Es imposible que domine la magia necesaria para romper mi hechizo.
-Quién sabe. Quizás simplemente tenía el objeto mágico apropiado.

¡Eso era! El halfling tenía razón. ¿Cómo no lo había pensado antes? Cuando estudió a la montaraz creyó que se trataba de unos simples aros de carisma. Pero ahora que los había visto en acción... ¿Serían acaso los legendarios Pendientes de Venus, de los que hablaba un escrito sardiano?

-Si es así, tendrán que ser míos -dice para sí misma.
-Hay que informar a Mu Th'arr de lo que pasó. ¿Le enviamos un mensaje a Necratos?
-Cállate Boltonar. Necesito pensar.

Pero no se le ocurre nada. ¿Qué planean los elfos? ¿Acaso tratarán de romper la alianza de los druidas con Mu Th'arr? ¿Intentarán regresar al Colmillo de Rork para asesinar al illithid? ¿Cuánto les había contado Demian? ¿Sabían algo de Angrbodd? ¿Qué había pasado con el dragón? Mientras tenía a Eleion bajo su dominio, Esmeralda averiguó que los elfos habían llegado a la guarida del dragón y trataron de convencerlo de que se uniera a ellos. ¿Serán capaces de conseguirse un aliado tan poderoso? Balanus es una pieza clave en los planes de Mu Th'arr. Si los elfos ya no se lo van a entregar... ¿Cómo atraparlo, cómo ponerle el collar de Tiamat?

Una explosión. Los florentinos acorralados arrojan bombas de pólvora contra los campesinos. Estos se alejan de la torre como conejos. ¿Es que todo tiene que hacerlo ella? La muchacha camina recto hacia la torre. Los villanos no tropiezan con ella ni por casualidad, como si una fuerza invisible los alejara de su camino. Disparos. Un hombre cae a su lado, fulminado por una bala. Otro se arrastra con una pierna inutilizada, sangrante. Esmeralda observa las troneras: los soldados están apuntando sus arcabuces contra ella.

-Cúbranme -dice la muchacha.

Los campesinos y milicianos de Vinnogard rodean a la bella Esmeralda con una determinación que hace vacilar a los florentinos. Unos segundos después se escucha la orden de "¡fuego!" en latín y una descarga de arcabuces derriba al escudo humano de la mujer. Los heridos se levantan para recibir otro disparo, mientras otros hombres y mujeres de los alrededores rodean a la muchacha para entregar gustosamente sus vidas. La bruja se demora. Se toma su tiempo en pensar qué conjuro sería el más efectivo y espectacular. ¿Una bola de fuego? No, es demasiado esperable. ¿Un golpe de rayo? No. ¿Por qué hacer algo que cualquier druida puede hacer? Ah, un rayo prismático sería ideal... Pero carece de teatralidad. ¿Cómo puede ser intimidante un arcoiris? Otro puñado personas caen fulminadas por los disparos, pero el doble de los caídos la rodea para protegerla otra vez. ¿Locura? No, acabarían matándose entre ellos. Eso sería divertido, pero necesitaba algo más físico. Algo que le permitiera descargar la ira que sentía. Algo como...

-Ya sé.

Esmeralda hace unos simples gestos arcanos y pronuncia palabras ininteligibles. Entonces se desvanece en el aire. Los soldados florentinos gritan victoria, seguros de que la han ahuyentado. Por unos segundos, los villanos de Vinnogard quedan confundidos, preguntándose en verdad si su líder no ha huido, dejándolos a merced de sus enemigos.

Y entonces lo oyen.

Es el rugido de una bestia. Es un grito de guerra que parece provenir de los pozos infernales, un aullido demencial que quiebra el aire y les hace llorar de terror. Es como si toda la desesperación de la humanidad se concentrara en un solo sonido y les arrancara el alma para pisotearla.

-Auch -dice Boltonar simplemente-. Los florentinos estarán deseando no haber nacido.

Gritos. La torre se llena de gritos de espanto. Disparos, súplicas desesperadas. Un hombre sale disparado por una de las ventanas superiores, agitándose en el aire como un muñeco desarticulado antes de caer al suelo y que su cabeza se parta como un melón. Algunos hombres lloran por clemencia, pero sólo les responde el grito de una bestia demente, que pareciera reírse mientras hace gárgaras con la sangre florentina. Se escuchan huesos partirse como nueces, se ve un brazo desgarrado deslizándose por una tronera, medio cuerpo quedar colgando de sus tripas por una ventana.

La gente está hipnotizada observando la torre. Han dejado de bailar y cantar. La esposa del barón se arrastra desnuda sobre los charcos de sangre de sus hijas mirando a la torre mientras repite una y otra vez "mátame mátame mátame".

Y, tan súbitamente como el horror empezó, se hace el silencio. El halfling se siente aún más inquieto. La puerta de la torre se mueve, cruje suavemente y se abre. Esmeralda sale del interior bien peinada, sonriendo más tranquila que nunca. Su vestido está desgarrado y muestra descaradamente su voluptuoso cuerpo. La gente de Vinnogard se alza en vítores: la llaman "la heroína", "la salvadora", "el azote de Florencia"... Boltonar simplemente asiente en silencio. La bruja lo intimida. De ella mana un poder fuera de este mundo. Ha conocido muchos hechiceros, pero nunca a uno cuyos poderes arcanos fuesen tan... antinaturales.

-Puño de Ogro -Esmeralda pronuncia el nombre mientras camina hacia el centro del patio. Boltonar no se había percatado de que el montaraz de los ojos grises estaba a unos pasos de él. ¿En qué momento había regresado?
-Esmeralda -responde secamente.
-¿Escapó alguien?
-Lo intentaron.

La bruja sonríe. Está satisfecha con su aliado. Sus servicios cuestan una fortuna, pero por suerte no es ella quien los paga.

-Volvamos a la posada -dice la bruja-. Quiero descansar y que planeemos los pasos a seguir.
-¿No vamos a dar caza a los elfos? -Puño de Ogro acaricia la empuñadura de Cortaorejas.
-No lo sé. Debemos consultarlo con Necratos.
-Ya no hay nada más que hacer aquí.
-Aún no podemos irnos -insiste Esmeralda-. Tengo que organizar a la gente, prepararla para la guerra que se avecina...
-Yo no tengo nada que hacer allí -el montaraz recibe a su halcón gris en el antebrazo y le da de comer-. Los florentinos ya murieron. Yo voy a cazar elfos.

Esmeralda lo amenaza. Puño de Ogro se ríe y se va. Al retirarse, pisa inadvertidamente una pierna de la esposa del barón, que se queja con debilidad mientras sigue arrastrándose hacia Esmeralda.

-Mátame, mátame... Por favor mátame -le dice, estirando una mano.
-Que no se me acerque, Boltonar -la bruja retrocede un paso.
-¿Acaso crees que soy tu criado? Pídeselo a tus campesinos, no a mí -el halfling se da media vuelta y se encarga de organizar a los rebeldes: les recomienda adueñarse del alcázar y aprovecharlo para vigilar el camino que va hacia el oeste.

-Mátame, mátame.
-¿De verdad crees que voy a cumplir tus deseos, puta?

Esmeralda se ríe. ¿Qué puede hacer con una noble florentina? De pronto se le ocurre. Se acerca a ella y le toma amorosamente el rostro entre las manos.

-No, puta florentina. La muerte es demasiado benévola para ti. Pero al mismo tiempo estás demasiado trastornada para serme útil. No, te voy a hacer un regalo. ¿Cuál era tu nombre? ¿Augustina?
-Mátame, mátame, mátame...
-No, Augustina. Ya no quieres morir. No todas tus hijas murieron: yo sobreviví. Yo soy tu última hija, Virginia. Sobreviví a la rebelión y ahora necesito que cuides de mí. Eso es. Mírame a los ojos, deja de sufrir. Eres mi madre y mi esclava ahora.

La mirada de la mujer se pierde en los ojos de Esmeralda. Su petición de muerte se apaga hasta convertirse en un murmullo ininteligible.

-¿Quién soy, Augustina?
-Virginia... mi hija... Virginia, hija mía, estás viva.

La mujer la abraza, llorando.

-Ya, Augustina -dice Esmeralda, riéndose-. Todo está bien.
-Hija mía, te salvaste, no te dejaré nunca, nunca...
-Está bien, Augustina. Ven, deja que mis amigos te curen, estás sangrando.
-No, no quiero separarme de ti...
-Tranquila, Augustina. Nos volveremos a ver esta noche. Ahora debes descansar.

La respiración de la mujer se suaviza. Esmeralda ordena a uno de los campesinos a que se la lleve a la posada, le venden las heridas y le den de comer.

No sería mala idea, piensa Esmeralda, tener un pequeño séquito de fieles esclavos.

-Nos volveremos a ver las caras, malditos elfos -dice la muchacha, montando a su unicornio negro.
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martes, 6 de julio de 2010

La garra del dragón

Los héroes emprenden una larga travesía por los montes Catarios en busca del Monte de la Garra, un lugar legendario donde, se supone, habitaría el dragón Belanus. Pero, ¿existe en verdad el dragón, o es sólo un invento?

Mientras tanto, los héroes deberán soportar el lento avance de la Peste Gris, que les ha infectado. Usando magia curativa y potentes hierbas, el grupo ha conseguido mantener a raya los síntomas de la enfermedad, pero no saben cuánto tiempo más conseguirán hacerlo, y ni siquiera saben si en verdad existe una cura a su mal...



Sesión del sábado 3 de junio del 2010

Enero-febrero del 1633
(3004 según el calendario florentino)


- Trishna abandona al grupo para enterrar a su padre. Agradece al grupo su ayuda y el que lucharan a su lado, pero ella debe dejarlos por un tiempo.

- Mu Th'arr le presenta a los héroes el otro grupo de aventureros que cumple misiones para él. Eleion le pide a su pegaso que use su habilidad de detectar bien y mal para saber de qué alineamiento son:
Líder: Necratos, shamán semiorco (malvado).
Guerrero: Aknorg, orco grande con dos hachas aún más grandes (neutral).
Hechicera: Esmeralda, una adolescente exuberante y sensual. Monta un hermoso unicornio negro (malvada).
El Cazador: Puño de Ogro, un viejo conocido de los héroes, un montaraz que vendía orejas y bebés de elfo a los florentinos (malvado).
Bribón: Boltonar, un halfling bribón (neutral).
Guerrera: Sirielle E'rin, una drow ruda y silenciosa (neutral).

Este grupo acompañará a los héroes hasta el valle del río Volgar, en el norte de Valaquia. Allí se separarán: los héroes buscarán al dragón, los demás viajarán al sur a cumplir dos misiones: encontrar el heredero de la corona de Mogariuth, la capital de Valaquia, y conseguir el Agua de la Vida en el templo de Mitra.

- Mu Th'arr los envía en un barco volador para reducir los tiempos de viaje. A bordo del barco, Eleion y Esmeralda se seducen el uno al otro. Y rápidamente acaban en un camarote. Duermen juntos, pero al día siguiente, Esmeralda ya no está en la cama. El resto del viaje, ella actúa como si Eleion no existiese.

- El barco los deja en un valle montañés cubierto de nieve, junto a uno de los afluentes del río Volgar. Los héroes descienden por el río y se encuentran con una pequeña comunidad de halflings montañeses. Cuando les preguntan por el dragón, ellos sólo dicen que se llama "Lenguadefuego" o "El Señor del Volcán" y que vive en el Monte de la Garra, junto a un lago que se secó hace siglos.

- Los héroes descienden hasta llegar a un pueblo de campesinos y arrieros. En la taberna intentan averiguar algo más de información. En el pueblo, la gente habla latín vulgar, así es que pueden comunicarse con ellos con facilidad. Los parroquianos sueltan la lengua luego de que Eleion les invite un par de tragos, pero ninguno de ellos puede añadir más a la historia, salvo que insisten en que junto al Monte de la Garra había una ciudad con techos y puertas de oro. Cuando se les consulta en qué dirección y a qué distancia queda el Monte, nadie puede decirlo con certeza: algunos dicen que 100 km al norte, otros 60 hacia el sureste, y otros dicen que está a más de mil km hacia el sur.

- Por un momento, los héroes consideran preguntarle al señor del pequeño castillo que domina el pueblo, castillo en el que flamea la bandera del Imperio Florentino, pero se retractan y deciden seguir río abajo, buscando la ciudad de Montrose que, según los lugareños, es grande y está llena de comercio. Para acelerar el viaje, compran una carreta y Eleion crea dos corceles fantasmas que tiran de ella.

- Los héroes arriban a Montrose luego de pasar por campos cubiertos de nieve y fortificaciones abandonadas. La ciudad es efectivamente grande y llena de vida: se encuentra en el límite del trecho navegable del río Volgar, así es que es un punto de gran afluencia comercial. Los muros de la ciudad, antes gruesos y orgullosos, se encuentran descuidados y cubiertos de enredaderas. En tres puntos, los muros han sido destruidos y están permanentemente vigilados por soldados florentinos. En el centro de la ciudad, en la cima de una colina, se alza el majestuoso castillo de Montrose, donde flamean orgullosos los leones dorados de Florencia. Los héroes después averiguarán que el antiguo marqués de Montrose fue decapitado por los florentinos hace poco más de 100 años, pero no antes de que violaran a su hija y su mujer ante sus ojos.

La ciudad fue uno de los últimos bastiones de resistencia a la invasión del Imperio y no fue conquistada hasta casi un siglo después de la caída de Valaquia. Los Caballeros de la Corona, fieles a su rey, plantaron una feroz resistencia en los feudos del norte. Florencia, pacientemente, supo arrinconar y conquistar a los valaquianos, quienes finalmente fueron derrotados.

Montrose cayó en manos del Emperador después de una encarnizada resistencia liderada por sus habitantes. Para asegurarse de que nunca más pudiesen atrincherarse en sus magníficos muros, el Emperador ordenó que se abrieran boquetes en ellos. Desde entonces, la ciudad ha sido fuertemente controlada por la nueva familia de marqueses de Montrose a través del miedo y la fuerza.

La biblioteca de Montrose, donde se ubicaba también la Cofradía de Magos de la ciudad, fue saqueada y quemada. Desde entonces, los hechiceros son perseguidos por los florentinos, pero los montrosinos guardan simpatía por ellos e incluso los protegen.

- Usando todos los medios de los que disponen para hacerse pasar por humanos, los héroes entran en la ciudad. En la taberna conocen a Demian Olfedder, un bardo valaquiano que les asegura conocer la ubicación del Monte de la Garra. Él mismo ha intentado ir varias veces a la guarida del dragón, pero nunca ha podido unirse a un grupo de aventureros lo suficientemente poderoso u osado como para emprender el peligroso camino de las montañas. Luego de equiparse y comprar un caballo, el grupo deja la ciudad. Los guardias intentan revisarlos a la salida, y sólo la intervención de Anädheleth (quien usa los Pendientes de Venus), consigue sacarlos del aprieto.

- En campo abierto, el grupo le revela a Demian su verdadera identidad y le cuentan que algunos de ellos están infectados con la Peste Gris, pero que están siendo tratados en forma permanente por Miarlith. Aunque asustado por estas revelaciones, el bardo accede a guiar al grupo por las montañas en busca del Monte de la Garra.

- Cuando llegan a los pies de los montes, el grupo se encuentra con una vieja fortaleza en ruinas. "Esta era una fortaleza de los caballeros templarios", les cuenta Demian. "Se decía que los templarios lucharon contra el imperio, pero nadie lo recuerda ya. Ni siquiera los valaquianos le tenían estima a los templarios, a quienes acusaron de sodomía y de hacer pactos con demonios". La fortaleza está salpicada de antiguos esqueletos. Los héroes limpian un poco el segundo piso de la única torre que se mantiene en pie y arman campamento. A mitad de la noche, Ylla, quien está de guardia, oye un canto lúgubre, ruido de huesos y el cliqueteo del metal. Rápidamente despierta a sus compañeros y se percatan de que los esqueletos de los templarios se han levantado y buscan rodearlos. Los héroes consiguen derrotar a los esqueletos sin grandes contratiempos. A la mañana siguiente, entierran todos los esqueletos en una fosa común, les rinden un breve homenaje y continúan su viaje.

- La travesía por los montes Catarios dura semanas: luego de investigar el supuesto "Monte de la Garra" que Demian tenía marcado en su mapa, los héroes se dan cuenta de que no se trata del monte que buscan y que Demian, además, tiene mapas de al menos otros 3 montes similares. Para tratar de reducir los tiempos de viaje, Eleion y Demian viajan montados en el pegaso hacia los dos "Montes de la Garra" más próximos mientras el resto del grupo espera el resultado de su búsqueda. La situación se agrava cuando Eleion despierta un día con su rostro grisáceo: la Peste lo ha atacado a él también.

- Forzando la marcha, Eleion y Demian exploran los otros dos montes, sin encontrar nada. Casi desesperanzado, Eleion vislumbra a la distancia un poblado de gigantes. Y, en la cima de un monte, un altar con un fuego encendido, junto al cual hay una gigante encadenada. Eleion decide rescatarla, pero Demian se niega a ayudarle, temeroso de la fuerza de la gigante. Usando su espada de adamantita, Eleion consigue romper las cadenas, aunque su espada queda seriamente mellada. La gigante, que se llama Goraga, abraza a Eleion y le agradece que le rescatara: dice que los gigantes de roca, que viven en el pueblo del valle, la encadenaron y la dejaron como sacrificio para el "Señor Gusano". Eleion piensa que los gigantes de roca deben saber cómo llegar a la guarida de Belanus, así es que le pide a Névar, su cuervo, que se quede en las cercanías espiando la posible llegada del dragón. Luego montan de regreso al sitio donde dejaron a sus compañeros para llevarlos hasta allí.

- Mientras tanto, Ghoreus explora un laberinto de cavernas de hielo bajo un glaciar. Luego de varios días, descubre que las cavernas conectan con una pequeña mina de oro abandonada hace siglos. La mina es enorme: al menos 3 metros de alto y varios más de ancho. El enano supone que se trata de una mina para gigantes.

- Los héroes se reúnen y viajan hacia el sur, en busca del pueblo de los gigantes. Tardan otra semana más en llegar, en un penoso viaje a través de las montañas nevadas. Cuando llegan al sitio del altar, Névar les cuenta que efectivamente, unos días atrás, aparecieron dos dragones y se mostraron furiosos por no encontrar su sacrificio, así es que botaron la leña del altar y gritaron furiosos antes de dirigirse a una montaña cercana. El cuervo describe a los dragones como "lagartijas con alas, con una cola con un aguijón, del tamaño de dos o tres caballos".

- El grupo prepara un cebo para los dragones: enciende la hoguera y se esconde en las cercanías, para espiar la aparición de los monstruos. Al día siguiente, muy temprano por la mañana, dos dragones que aparecen tal como los describiera Névar, llegan al altar en busca de comida. Al verse burlados, hablan en voz alta, con unos graznidos horrorosos que los héroes reconocen como dracónico: "¡Engaño! ¡Engaño", dice uno. "Comerse a tramposos" dice el otro. Entonces lanzan feroces rugidos y otros cuatro dragones aletean a la distancia. Los seis se lanzan entonces en picada contra el pueblo de gigantes en las cercanías. Luego de debatir unos momentos, los héroes deciden salir en ayuda de los gigantes.

- Montados en el pegaso, Eleion y Ghoreus son los primeros en llegar al pueblo. Con una descarga de flechas y un certero disparo con su rifle, consiguen derribar a uno de los monstruos. Luego, Ghoreus desenfunda la cimitarra Iztadorgh, que le quitara al ogro Jared, y se enfrenta a otro dragón. El resto del grupo llega a tiempo para ayudar a acabar con los monstruos. Al final, entre los gigantes y los héroes, sólo un dragón consigue escapar vivo.

- Los gigantes de roca agradecen a los extranjeros su oportuna ayuda y los invitan a un festín. Su pueblo, Tarjadn, está ubicado en un pequeño valle de los montes Catarios y los gigantes sobreviven gracias al cultivo de trigo e higos, y el pastoreo de ovejas y cabras gigantes. Los gigantes más ancianos les cuentan entonces su historia, mientras les convidan carne, pan y licor de higos.

- Los habitantes de Tarjadn descienden de los gigantes mineros de la ciudad de Mordogand, que estaba junto a una importante mina de oro. El problema era que la mina estaba muy cerca de la guarida de Vadaba, el Gran Dragón. Pero éste prometió no atacarles a cambio de un tributo en oro y prisioneros de guerra.

- Mordogand prosperó y creció: las historias de la ciudad con las puertas y los techos de oro llegó a oídos de los humanos, quienes codiciaban la mina de los gigantes. Un enorme ejército cruzó entonces las montañas y atacó la ciudad. Aunque los gigantes resistieron con fiereza, se vieron superados por las fuerzas humanas y tuvieron que huir. Los pocos sobrevivientes se instalaron en el valle de Tarjadn. Pero los humanos tuvieron un destino peor: apenas se instalaron en la ciudad, Vadaba, quien no había movido ni un ala por defender a los gigantes, atacó la ciudad. Su aliento de fuego secó el lago y ni un solo humano escapó a su cólera. Hasta el día de hoy, los gigantes de roca no le perdonan a Vadaba el que los haya abandonado, y escupen al suelo cuando mencionan su nombre. Pese a ello, continúan realizando sacrificios de vírgenes de los aghar, los estúpidos gigantes de las colinas, para satisfacer el hambre del dragón.

- Los gigantes de roca les entregan a los héroes comida e indicaciones para encontrar la ciudad abandonada. Les desean suerte en su búsqueda, pero les advierten que implicará muchos peligros.

- Unos días después, los héroes por fin encuentran la ciudad en ruinas: a la luz del atardecer contemplan el río que atraviesa el fondo seco de una laguna -el dique natural que le contenía fue destruido-, los edificios tallados en la montaña hechos un desastre y un monte en forma de garra muy próximo a la ciudad. Algunas techumbres enchapadas en oro aún sobreviven, pero la tierra y la roca fundida impiden vislumbrar su otrora glorioso brillo. La nieve se está derritiendo, anunciando la inminente llegada de la primavera. Esto perturba a los héroes, ya que saben muy bien lo que significa: apenas empiece la primavera, se reanudarán las batallas en el bosque de Gallen.

- Explorando la ciudad, los héroes descubren la vieja biblioteca -casi totalmente destruida- con algunos libros en pergamino, aún legibles. Sólo dos de ellos les resultan de particular interés: uno es un análisis crítico de un texto de un tal "Graund N'Amyrr", el Gran Dragón. En la crítica, escrita por un sacerdote, se hace mención a una reflexión del dragón, quien afirma que los dioses no existen y que los poderes sacerdotales no son más que una manifestación más del mismo poder arcano que exhiben los magos y hechiceros. El otro texto está escrito por el mismo Graund N'Amyrr, y es un tratado filosófico sobre las distintas razas humanoides de Kraëtoria. El dragón sostiene que todos esos pueblos -humanos, elfos, enanos, gigantes, orcos, goblins etc.- son arrastrados por las mismas pasiones: envidia, odio, amor, generosidad, rabia, etc. y que, por lo tanto, son mucho más parecidos de lo que quieren demostrar. De hecho, muchas de esas razas son compatibles -existen mestizos de elfo con humano, de orco con humano, y también se ha sabido de mestizos más extraños todavía-, pero sobre todo comparten sus visiones respecto a la vida, el tiempo y la muerte. La principal diferencia radica en la esperanza de vida, pero si a un elfo se le diera el tiempo de vida de un humano, seguramente haría lo mismo que hace en su vida diaria, pero en menos tiempo. Graund N'Amyrr elabora interesantes razonamientos al respecto para llegar a la simple conclusión de que las guerras entre las razas humanoides no son más que guerras entre hermanos. También arriesga la teoría de que los humanos son una especie de raza "puente" y "raza híbrida creada", ya que puede crear descendencia fértil con cualquier otra raza humanoide.

- Estando en la ciudad, el grupo piensa en cómo se enfrentarán al dragón: Anädheleth le presta a Ylla los Pendientes de Venus, Demian le presta su capa de Carisma y lanza sobre ella un conjuro que aumenta aún más su carisma: Ylla es la única virgen del grupo y la idea de todos es que, usando sus encantos, sea capaz de embelesar al dragón para que después puedan ponerle el collar de Mu Th'arr.

- Dos días después de su llegada a Mordogand, los héroes parten a explorar el Monte de la Garra. Pronto descubren la entrada a la antigua mina de oro de los gigantes. Ghoreus inmediatamente se percata de que una de las galerías principales está en perfecto estado y que la última mantención data de hace un año o menos, mientras que las demás están descuidadas y son peligrosas (algo que nadie más es capaz de percibir). Así es que, aprovechando sus conocimientos, Ghoreus guía al grupo por las galerías en buen estado. Allí descubren una ilusión que cubre el pasaje a otra galaería, pero de aspecto totalmente distinto: se trata de una caverna que parece haber sido tallada fundiendo la roca. El suelo es liso y reflectante, como el vidrio, en las paredes hay numerosas estatuas y sobrerrelieves que representan dragones, elfos, humanos, enanos, árboles y paisajes, así como escenas de guerra. El cielo de la galería es negro y está tapizado de pequeñas gemas que brillan como estrellas. Aunque hay fragmentos de la galería mejor trabajados que otros, el conjunto les quita el aliento a los exploradores, quienes se sienten ante una auténtica obra de arte.

- La galería -de unos 15 a 30 metros de alto- llega hasta una enorme escala, con peldaños de dos metros de alto. Aunque fáciles de escalar, los peldaños son cansadores. El túnel llega por fin a una gigantesca sala que comunica con otros tres túneles. El cielo de la sala está abierto a la luz del día y el centro del lugar está cubierto de nieve. Cuando finalmente se deciden a explorar el pasillo de la izquierda, una poderosa voz les dice "Alto". Desde otro de los pasillos se asoma una cabeza de reptil rojiza del tamaño de dos caballos, que les observa con ojos curiosos: es Graund N'Amyrr, el Gran Dragón. Es enorme: probablemente del tamaño de una catedral, aunque no se muestra agresivo... Al menos por el momento.

- Lejos de atacarlos, el dragón empieza a conversar con los héroes. Éstos le cuentan que han leído uno de sus ensayos en la biblioteca de Mordogand. El tema de las razas, la guerra y la expansión del imperio florentino le dan a Graund N'Amyrr suficiente con qué explayarse y filosofar con los intrusos. En un momento, éstos hacen alusión a su gran sabiduría, y el dragón responde: "No soy lo suficientemente joven para saberlo todo". Con esto hace referencia al hecho que mientras más se envejece y más se aprende, más se estrecha el mundo, pero que los jóvenes tienen la mayor amplitud de mundo como para emprender cruzadas y misiones imposibles. "Los viejos nos ponemos cada vez más holgazanes", dice. Graund N'Amyrr se muestra especialmente atraído por Ylla.

- El dragón les revela que hace un par de siglos fue un importante historiador y escribió mucho sobre la antigua civilización sardiana, aunque siempre ha preferido la filosofía, la literatura y la astronomía.

- Luego de conversar un buen rato con el dragón, el grupo decide contarle la verdad: les dicen de su enfermedad, del trato que hicieron con Mu Th'arr y del collar que se supone deberían ponerle. El dragón muestra desconfianza y les pide estudiar el collar: muy serio, les dice que ese collar forma parte de un conjunto de objetos arcanos (entre otros, un Orbe), que, se dice, fueron usados para controlar a la mismísima Tiamat, la diosa de los dragones. También les dice que resulta evidente que Mu Th'arr fue quien los contagió con la peste, para así asegurarse de que le ayudarían. Esa habría sido la única posibilidad que tenía de conseguir una doncella de corazón puro que se acercara con engaños ante él. "Es posible que el tal Mu Th'arr ni siquiera esté pensando en conseguirse una cura para su enfermedad", dice el dragón.

- En ese momento, el grupo se percata de la desaparición de Demian. El dragón corre por el pasillo de la izquierda: cuando sale está furioso. Alguien le ha robado la Lira de Cronos. Los héroes, avergonzados, juran que se la traerán de vuelta, y corren por los túneles en busca del fugitivo.

- Gracias al olfato de Escarcha, el grupo encuentra a Demian, quien andaba perdido en las galerías de la mina. El bardo está invisible y, usando la Lira mágica, detiene el tiempo e invoca un enorme gusano y un elemental de tierra que se enfrentan a los héroes. Dos bolas de fuego también estallan entre los héroes.

- Aunque sus enemigos son poderosos, los héroes consiguen contenerlos. Los monstruos caen. Los héroes -que han dejado a Demian inconsciente-, desnudan al bardo y lo llevan ante el dragón para interrogarlo. Es poco lo que pueden sacar en limpio: Demian fue enviado por Mu Th'arr para robar la Lira y asegurarse de que los héroes cumplieran con su objetivo. Luego, le ofrecen el bardo a Graund N'Amyrr, quien no rechaza el bocado.

- Queda el problema de cómo salvarse de la Peste: ya hay cuatro enfermos en el grupo y la posibilidad de que el otro grupo les haga llegar las Aguas de la Vida se han perdido. Mirando a Ylla, Graund N'Amyrr le pregunta al grupo: "¿Han viajado alguna vez a lomos de un dragón?".
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miércoles, 7 de abril de 2010

El corazón de Lilandrith

Los héroes han decidido unirse a la "Tercera Fuerza" que podría romper la supremacía de Florencia en la guerra. Mu Th'arr les encarga algunas misiones que le permitirán ampliar su poderío: estas misiones, de considerable riesgo, enfrentarán a los héroes con algunos de sus enemigos más temibles, entre ellos la misma Lilandrith.


Sesión de mayo del 2009

Diciembre del 1633
(3003 según el calendario florentino)


- Los héroes viajan a la ciudad portuaría de Mortombría, al norte de Valaquia, en busca de los astilleros de barcos voladores.

- Dan con la ciudad, hacen contacto en el puerto con los marineros contratados por Mu Th'arr y preparan un plan de invasión al puerto fortificado florentino, donde están los astilleros.

- Bajo la protección de la noche, los héroes entran a la zona fortificada y consiguen desamarrar algunos barcos. Los marineros entran en secreto, apoyados por los héroes.

- Ylla, Anädheleth, Numentarë, Hathol y Trishna descubren la habitación de Lilandrith y deciden tomarla por sorpresa. Se inicia un feroz un combate al que luego se une Ghoreus. Lilandrith es apoyada por su guardaespaldas, Jared, un enorme humanoide de más de dos metros cubierto por una capa negra y una máscara de porcelana.

- En el fragor del combate, Lilandrith lanza un destellante cono multicolor. Trishna y Ghoreus se vuelven locos, Numentarë muere de un golpe. Desesperada, Anädheleth dispara una rociada de flechas contra Lilandrith: dos de ellas se clavan en su garganta y muere. Los héroes acaban con su guardaespaldas, pero nada pueden hacer por salvar a Numentarë. Miarlith sana a Ghoreus y a Trishna con sus poderes. Trishna llora sobre el cadáver de su padre.


Sesión del sábado 20 de marzo del 2010

- Los héroes escapan con cinco galeones voladoras del puerto fortificado de Mortombría. Son perseguidos por cuatro bombardas llenas de hombres armados hasta los dientes.

- El grupo de héroes consigue inutilizar a dos bombardas enemigas, pero sus propias embarcaciones son abordadas por monstruos invocados por los hechiceros rojos florentinos y pequeños grupos de soldados que se teleportan a bordo.

- Los héroes se enfrentan en su propio galeón a Lilandrith, su guardaespaldas Jared y un grupo de soldados florentinos de elite. La situación es crítica: Ghoreus apenas puede contener los furiosos golpes de Jared -quien, luego de perder sus cimitarras, ataca con dos mandobles-, mientras Ylla, Anädheleth y Hathol tratan de resistir la magia de Lilandrith y los ataques de los soldados florentinos.

- Luego de una dura batalla, Lilandrith cae, esta vez para siempre... O al menos eso esperan los héroes. Sin embargo, Jared se pone furioso y da un golpe furioso a Ghoreus, que cae. El resto del grupo, malherido, apenas tiene fuerzas para oponerse al embate de Jared. En ese momento, el capitán florentino se mueve y ataca al ogro: con unos golpes rápidos y certeros de sus estoques, Jared cae.

- Los héroes le preguntan por qué les ha ayudado. El capitán Dante responde: "porque no soportamos a Lilandrith como jefa. No queremos elfos u ogros en nuestras filas. Ustedes han peleado una buena batalla y han vencido a la bruja: no quiero seguir perdiendo buenos soldados por un par de barcos. Idos en paz y nosotros haremos lo mismo".

- Contra las sospechas de Ylla y Anädheleth, el capitán Dante cumplen su trato y los florentinos se retiran. Los héroes sudan: quizás no hubiesen resistido la batalla por mucho más tiempo. Han perdido numerosos marineros y apenas les queda tripulación para dos barcos: éstos arrastrarán uno cada uno, por lo que deberán esconder uno en los Montes Catarios.

- Anädheleth, para asegurarse de que su madre no pueda volver a la vida, le arranca el corazón y se lo come.

- Regresan al Poblado del Colmillo de Rork como héroes: los orcos les felicitan y les llevan en presencia de Mu Th'arr. Sin embargo, durante el viaje, Ylla, Miarlith y Hathol han caído presa de una extraña enfermedad que les ha puesto la piel de un color gris ceniciento. Apenas ven estos síntomas, los marineros se alejan de ellos, temerosos.

- El shamán orco del pueblo les confirma que han sido atacados por la Peste Gris, una terrible enfermedad que azotó Kraëtoria hace 600 años y mató a la mitad de los humanos del continente. No existe cura conocida para esta enfermedad (los conjuros sacerdotales sólo retrasan su efecto) y se ven pocas esperanzas para los héroes.

- Mu Th'arr les propone un trato: en el sur de Valaquia, cerca del nacimiento del río Helgoland, se dice que existe un antiguo templo dedicado a Mitra (un dios olvidado) en el que manan unas aguas milagrosas que pueden curar cualquier mal. Otro grupo de aventureros contratado por Mu Th'arr viajará al templo y les conseguirá las aguas curativas. A cambio, Mu Th'arr le encarga al grupo otra misión: deberán encontrar al viejo dragón Belanus (también llamado Vadaba o Thar-Agnis) que vive en algún lugar de los Montes Catarios y ponerle un collar que les entrega: se trata de un hermoso collar hecho con filigrana de plata y brillantes. Para conseguirlo, deberán engatusarlo: el dragón es muy débil ante doncellas de corazón puro. ¿Cómo encontrarlo? Mu Th'arr no lo sabe. ¿Dónde buscarlo? Apenas hay vagas referencias al hecho de que el dragón destruyó una ciudad de oro en los Montes Catarios, hace más de doscientos (o quizás trescientos) años.
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