martes, 6 de julio de 2010

La garra del dragón

Los héroes emprenden una larga travesía por los montes Catarios en busca del Monte de la Garra, un lugar legendario donde, se supone, habitaría el dragón Belanus. Pero, ¿existe en verdad el dragón, o es sólo un invento?

Mientras tanto, los héroes deberán soportar el lento avance de la Peste Gris, que les ha infectado. Usando magia curativa y potentes hierbas, el grupo ha conseguido mantener a raya los síntomas de la enfermedad, pero no saben cuánto tiempo más conseguirán hacerlo, y ni siquiera saben si en verdad existe una cura a su mal...



Sesión del sábado 3 de junio del 2010

Enero-febrero del 1633
(3004 según el calendario florentino)


- Trishna abandona al grupo para enterrar a su padre. Agradece al grupo su ayuda y el que lucharan a su lado, pero ella debe dejarlos por un tiempo.

- Mu Th'arr le presenta a los héroes el otro grupo de aventureros que cumple misiones para él. Eleion le pide a su pegaso que use su habilidad de detectar bien y mal para saber de qué alineamiento son:
Líder: Necratos, shamán semiorco (malvado).
Guerrero: Aknorg, orco grande con dos hachas aún más grandes (neutral).
Hechicera: Esmeralda, una adolescente exuberante y sensual. Monta un hermoso unicornio negro (malvada).
El Cazador: Puño de Ogro, un viejo conocido de los héroes, un montaraz que vendía orejas y bebés de elfo a los florentinos (malvado).
Bribón: Boltonar, un halfling bribón (neutral).
Guerrera: Sirielle E'rin, una drow ruda y silenciosa (neutral).

Este grupo acompañará a los héroes hasta el valle del río Volgar, en el norte de Valaquia. Allí se separarán: los héroes buscarán al dragón, los demás viajarán al sur a cumplir dos misiones: encontrar el heredero de la corona de Mogariuth, la capital de Valaquia, y conseguir el Agua de la Vida en el templo de Mitra.

- Mu Th'arr los envía en un barco volador para reducir los tiempos de viaje. A bordo del barco, Eleion y Esmeralda se seducen el uno al otro. Y rápidamente acaban en un camarote. Duermen juntos, pero al día siguiente, Esmeralda ya no está en la cama. El resto del viaje, ella actúa como si Eleion no existiese.

- El barco los deja en un valle montañés cubierto de nieve, junto a uno de los afluentes del río Volgar. Los héroes descienden por el río y se encuentran con una pequeña comunidad de halflings montañeses. Cuando les preguntan por el dragón, ellos sólo dicen que se llama "Lenguadefuego" o "El Señor del Volcán" y que vive en el Monte de la Garra, junto a un lago que se secó hace siglos.

- Los héroes descienden hasta llegar a un pueblo de campesinos y arrieros. En la taberna intentan averiguar algo más de información. En el pueblo, la gente habla latín vulgar, así es que pueden comunicarse con ellos con facilidad. Los parroquianos sueltan la lengua luego de que Eleion les invite un par de tragos, pero ninguno de ellos puede añadir más a la historia, salvo que insisten en que junto al Monte de la Garra había una ciudad con techos y puertas de oro. Cuando se les consulta en qué dirección y a qué distancia queda el Monte, nadie puede decirlo con certeza: algunos dicen que 100 km al norte, otros 60 hacia el sureste, y otros dicen que está a más de mil km hacia el sur.

- Por un momento, los héroes consideran preguntarle al señor del pequeño castillo que domina el pueblo, castillo en el que flamea la bandera del Imperio Florentino, pero se retractan y deciden seguir río abajo, buscando la ciudad de Montrose que, según los lugareños, es grande y está llena de comercio. Para acelerar el viaje, compran una carreta y Eleion crea dos corceles fantasmas que tiran de ella.

- Los héroes arriban a Montrose luego de pasar por campos cubiertos de nieve y fortificaciones abandonadas. La ciudad es efectivamente grande y llena de vida: se encuentra en el límite del trecho navegable del río Volgar, así es que es un punto de gran afluencia comercial. Los muros de la ciudad, antes gruesos y orgullosos, se encuentran descuidados y cubiertos de enredaderas. En tres puntos, los muros han sido destruidos y están permanentemente vigilados por soldados florentinos. En el centro de la ciudad, en la cima de una colina, se alza el majestuoso castillo de Montrose, donde flamean orgullosos los leones dorados de Florencia. Los héroes después averiguarán que el antiguo marqués de Montrose fue decapitado por los florentinos hace poco más de 100 años, pero no antes de que violaran a su hija y su mujer ante sus ojos.

La ciudad fue uno de los últimos bastiones de resistencia a la invasión del Imperio y no fue conquistada hasta casi un siglo después de la caída de Valaquia. Los Caballeros de la Corona, fieles a su rey, plantaron una feroz resistencia en los feudos del norte. Florencia, pacientemente, supo arrinconar y conquistar a los valaquianos, quienes finalmente fueron derrotados.

Montrose cayó en manos del Emperador después de una encarnizada resistencia liderada por sus habitantes. Para asegurarse de que nunca más pudiesen atrincherarse en sus magníficos muros, el Emperador ordenó que se abrieran boquetes en ellos. Desde entonces, la ciudad ha sido fuertemente controlada por la nueva familia de marqueses de Montrose a través del miedo y la fuerza.

La biblioteca de Montrose, donde se ubicaba también la Cofradía de Magos de la ciudad, fue saqueada y quemada. Desde entonces, los hechiceros son perseguidos por los florentinos, pero los montrosinos guardan simpatía por ellos e incluso los protegen.

- Usando todos los medios de los que disponen para hacerse pasar por humanos, los héroes entran en la ciudad. En la taberna conocen a Demian Olfedder, un bardo valaquiano que les asegura conocer la ubicación del Monte de la Garra. Él mismo ha intentado ir varias veces a la guarida del dragón, pero nunca ha podido unirse a un grupo de aventureros lo suficientemente poderoso u osado como para emprender el peligroso camino de las montañas. Luego de equiparse y comprar un caballo, el grupo deja la ciudad. Los guardias intentan revisarlos a la salida, y sólo la intervención de Anädheleth (quien usa los Pendientes de Venus), consigue sacarlos del aprieto.

- En campo abierto, el grupo le revela a Demian su verdadera identidad y le cuentan que algunos de ellos están infectados con la Peste Gris, pero que están siendo tratados en forma permanente por Miarlith. Aunque asustado por estas revelaciones, el bardo accede a guiar al grupo por las montañas en busca del Monte de la Garra.

- Cuando llegan a los pies de los montes, el grupo se encuentra con una vieja fortaleza en ruinas. "Esta era una fortaleza de los caballeros templarios", les cuenta Demian. "Se decía que los templarios lucharon contra el imperio, pero nadie lo recuerda ya. Ni siquiera los valaquianos le tenían estima a los templarios, a quienes acusaron de sodomía y de hacer pactos con demonios". La fortaleza está salpicada de antiguos esqueletos. Los héroes limpian un poco el segundo piso de la única torre que se mantiene en pie y arman campamento. A mitad de la noche, Ylla, quien está de guardia, oye un canto lúgubre, ruido de huesos y el cliqueteo del metal. Rápidamente despierta a sus compañeros y se percatan de que los esqueletos de los templarios se han levantado y buscan rodearlos. Los héroes consiguen derrotar a los esqueletos sin grandes contratiempos. A la mañana siguiente, entierran todos los esqueletos en una fosa común, les rinden un breve homenaje y continúan su viaje.

- La travesía por los montes Catarios dura semanas: luego de investigar el supuesto "Monte de la Garra" que Demian tenía marcado en su mapa, los héroes se dan cuenta de que no se trata del monte que buscan y que Demian, además, tiene mapas de al menos otros 3 montes similares. Para tratar de reducir los tiempos de viaje, Eleion y Demian viajan montados en el pegaso hacia los dos "Montes de la Garra" más próximos mientras el resto del grupo espera el resultado de su búsqueda. La situación se agrava cuando Eleion despierta un día con su rostro grisáceo: la Peste lo ha atacado a él también.

- Forzando la marcha, Eleion y Demian exploran los otros dos montes, sin encontrar nada. Casi desesperanzado, Eleion vislumbra a la distancia un poblado de gigantes. Y, en la cima de un monte, un altar con un fuego encendido, junto al cual hay una gigante encadenada. Eleion decide rescatarla, pero Demian se niega a ayudarle, temeroso de la fuerza de la gigante. Usando su espada de adamantita, Eleion consigue romper las cadenas, aunque su espada queda seriamente mellada. La gigante, que se llama Goraga, abraza a Eleion y le agradece que le rescatara: dice que los gigantes de roca, que viven en el pueblo del valle, la encadenaron y la dejaron como sacrificio para el "Señor Gusano". Eleion piensa que los gigantes de roca deben saber cómo llegar a la guarida de Belanus, así es que le pide a Névar, su cuervo, que se quede en las cercanías espiando la posible llegada del dragón. Luego montan de regreso al sitio donde dejaron a sus compañeros para llevarlos hasta allí.

- Mientras tanto, Ghoreus explora un laberinto de cavernas de hielo bajo un glaciar. Luego de varios días, descubre que las cavernas conectan con una pequeña mina de oro abandonada hace siglos. La mina es enorme: al menos 3 metros de alto y varios más de ancho. El enano supone que se trata de una mina para gigantes.

- Los héroes se reúnen y viajan hacia el sur, en busca del pueblo de los gigantes. Tardan otra semana más en llegar, en un penoso viaje a través de las montañas nevadas. Cuando llegan al sitio del altar, Névar les cuenta que efectivamente, unos días atrás, aparecieron dos dragones y se mostraron furiosos por no encontrar su sacrificio, así es que botaron la leña del altar y gritaron furiosos antes de dirigirse a una montaña cercana. El cuervo describe a los dragones como "lagartijas con alas, con una cola con un aguijón, del tamaño de dos o tres caballos".

- El grupo prepara un cebo para los dragones: enciende la hoguera y se esconde en las cercanías, para espiar la aparición de los monstruos. Al día siguiente, muy temprano por la mañana, dos dragones que aparecen tal como los describiera Névar, llegan al altar en busca de comida. Al verse burlados, hablan en voz alta, con unos graznidos horrorosos que los héroes reconocen como dracónico: "¡Engaño! ¡Engaño", dice uno. "Comerse a tramposos" dice el otro. Entonces lanzan feroces rugidos y otros cuatro dragones aletean a la distancia. Los seis se lanzan entonces en picada contra el pueblo de gigantes en las cercanías. Luego de debatir unos momentos, los héroes deciden salir en ayuda de los gigantes.

- Montados en el pegaso, Eleion y Ghoreus son los primeros en llegar al pueblo. Con una descarga de flechas y un certero disparo con su rifle, consiguen derribar a uno de los monstruos. Luego, Ghoreus desenfunda la cimitarra Iztadorgh, que le quitara al ogro Jared, y se enfrenta a otro dragón. El resto del grupo llega a tiempo para ayudar a acabar con los monstruos. Al final, entre los gigantes y los héroes, sólo un dragón consigue escapar vivo.

- Los gigantes de roca agradecen a los extranjeros su oportuna ayuda y los invitan a un festín. Su pueblo, Tarjadn, está ubicado en un pequeño valle de los montes Catarios y los gigantes sobreviven gracias al cultivo de trigo e higos, y el pastoreo de ovejas y cabras gigantes. Los gigantes más ancianos les cuentan entonces su historia, mientras les convidan carne, pan y licor de higos.

- Los habitantes de Tarjadn descienden de los gigantes mineros de la ciudad de Mordogand, que estaba junto a una importante mina de oro. El problema era que la mina estaba muy cerca de la guarida de Vadaba, el Gran Dragón. Pero éste prometió no atacarles a cambio de un tributo en oro y prisioneros de guerra.

- Mordogand prosperó y creció: las historias de la ciudad con las puertas y los techos de oro llegó a oídos de los humanos, quienes codiciaban la mina de los gigantes. Un enorme ejército cruzó entonces las montañas y atacó la ciudad. Aunque los gigantes resistieron con fiereza, se vieron superados por las fuerzas humanas y tuvieron que huir. Los pocos sobrevivientes se instalaron en el valle de Tarjadn. Pero los humanos tuvieron un destino peor: apenas se instalaron en la ciudad, Vadaba, quien no había movido ni un ala por defender a los gigantes, atacó la ciudad. Su aliento de fuego secó el lago y ni un solo humano escapó a su cólera. Hasta el día de hoy, los gigantes de roca no le perdonan a Vadaba el que los haya abandonado, y escupen al suelo cuando mencionan su nombre. Pese a ello, continúan realizando sacrificios de vírgenes de los aghar, los estúpidos gigantes de las colinas, para satisfacer el hambre del dragón.

- Los gigantes de roca les entregan a los héroes comida e indicaciones para encontrar la ciudad abandonada. Les desean suerte en su búsqueda, pero les advierten que implicará muchos peligros.

- Unos días después, los héroes por fin encuentran la ciudad en ruinas: a la luz del atardecer contemplan el río que atraviesa el fondo seco de una laguna -el dique natural que le contenía fue destruido-, los edificios tallados en la montaña hechos un desastre y un monte en forma de garra muy próximo a la ciudad. Algunas techumbres enchapadas en oro aún sobreviven, pero la tierra y la roca fundida impiden vislumbrar su otrora glorioso brillo. La nieve se está derritiendo, anunciando la inminente llegada de la primavera. Esto perturba a los héroes, ya que saben muy bien lo que significa: apenas empiece la primavera, se reanudarán las batallas en el bosque de Gallen.

- Explorando la ciudad, los héroes descubren la vieja biblioteca -casi totalmente destruida- con algunos libros en pergamino, aún legibles. Sólo dos de ellos les resultan de particular interés: uno es un análisis crítico de un texto de un tal "Graund N'Amyrr", el Gran Dragón. En la crítica, escrita por un sacerdote, se hace mención a una reflexión del dragón, quien afirma que los dioses no existen y que los poderes sacerdotales no son más que una manifestación más del mismo poder arcano que exhiben los magos y hechiceros. El otro texto está escrito por el mismo Graund N'Amyrr, y es un tratado filosófico sobre las distintas razas humanoides de Kraëtoria. El dragón sostiene que todos esos pueblos -humanos, elfos, enanos, gigantes, orcos, goblins etc.- son arrastrados por las mismas pasiones: envidia, odio, amor, generosidad, rabia, etc. y que, por lo tanto, son mucho más parecidos de lo que quieren demostrar. De hecho, muchas de esas razas son compatibles -existen mestizos de elfo con humano, de orco con humano, y también se ha sabido de mestizos más extraños todavía-, pero sobre todo comparten sus visiones respecto a la vida, el tiempo y la muerte. La principal diferencia radica en la esperanza de vida, pero si a un elfo se le diera el tiempo de vida de un humano, seguramente haría lo mismo que hace en su vida diaria, pero en menos tiempo. Graund N'Amyrr elabora interesantes razonamientos al respecto para llegar a la simple conclusión de que las guerras entre las razas humanoides no son más que guerras entre hermanos. También arriesga la teoría de que los humanos son una especie de raza "puente" y "raza híbrida creada", ya que puede crear descendencia fértil con cualquier otra raza humanoide.

- Estando en la ciudad, el grupo piensa en cómo se enfrentarán al dragón: Anädheleth le presta a Ylla los Pendientes de Venus, Demian le presta su capa de Carisma y lanza sobre ella un conjuro que aumenta aún más su carisma: Ylla es la única virgen del grupo y la idea de todos es que, usando sus encantos, sea capaz de embelesar al dragón para que después puedan ponerle el collar de Mu Th'arr.

- Dos días después de su llegada a Mordogand, los héroes parten a explorar el Monte de la Garra. Pronto descubren la entrada a la antigua mina de oro de los gigantes. Ghoreus inmediatamente se percata de que una de las galerías principales está en perfecto estado y que la última mantención data de hace un año o menos, mientras que las demás están descuidadas y son peligrosas (algo que nadie más es capaz de percibir). Así es que, aprovechando sus conocimientos, Ghoreus guía al grupo por las galerías en buen estado. Allí descubren una ilusión que cubre el pasaje a otra galaería, pero de aspecto totalmente distinto: se trata de una caverna que parece haber sido tallada fundiendo la roca. El suelo es liso y reflectante, como el vidrio, en las paredes hay numerosas estatuas y sobrerrelieves que representan dragones, elfos, humanos, enanos, árboles y paisajes, así como escenas de guerra. El cielo de la galería es negro y está tapizado de pequeñas gemas que brillan como estrellas. Aunque hay fragmentos de la galería mejor trabajados que otros, el conjunto les quita el aliento a los exploradores, quienes se sienten ante una auténtica obra de arte.

- La galería -de unos 15 a 30 metros de alto- llega hasta una enorme escala, con peldaños de dos metros de alto. Aunque fáciles de escalar, los peldaños son cansadores. El túnel llega por fin a una gigantesca sala que comunica con otros tres túneles. El cielo de la sala está abierto a la luz del día y el centro del lugar está cubierto de nieve. Cuando finalmente se deciden a explorar el pasillo de la izquierda, una poderosa voz les dice "Alto". Desde otro de los pasillos se asoma una cabeza de reptil rojiza del tamaño de dos caballos, que les observa con ojos curiosos: es Graund N'Amyrr, el Gran Dragón. Es enorme: probablemente del tamaño de una catedral, aunque no se muestra agresivo... Al menos por el momento.

- Lejos de atacarlos, el dragón empieza a conversar con los héroes. Éstos le cuentan que han leído uno de sus ensayos en la biblioteca de Mordogand. El tema de las razas, la guerra y la expansión del imperio florentino le dan a Graund N'Amyrr suficiente con qué explayarse y filosofar con los intrusos. En un momento, éstos hacen alusión a su gran sabiduría, y el dragón responde: "No soy lo suficientemente joven para saberlo todo". Con esto hace referencia al hecho que mientras más se envejece y más se aprende, más se estrecha el mundo, pero que los jóvenes tienen la mayor amplitud de mundo como para emprender cruzadas y misiones imposibles. "Los viejos nos ponemos cada vez más holgazanes", dice. Graund N'Amyrr se muestra especialmente atraído por Ylla.

- El dragón les revela que hace un par de siglos fue un importante historiador y escribió mucho sobre la antigua civilización sardiana, aunque siempre ha preferido la filosofía, la literatura y la astronomía.

- Luego de conversar un buen rato con el dragón, el grupo decide contarle la verdad: les dicen de su enfermedad, del trato que hicieron con Mu Th'arr y del collar que se supone deberían ponerle. El dragón muestra desconfianza y les pide estudiar el collar: muy serio, les dice que ese collar forma parte de un conjunto de objetos arcanos (entre otros, un Orbe), que, se dice, fueron usados para controlar a la mismísima Tiamat, la diosa de los dragones. También les dice que resulta evidente que Mu Th'arr fue quien los contagió con la peste, para así asegurarse de que le ayudarían. Esa habría sido la única posibilidad que tenía de conseguir una doncella de corazón puro que se acercara con engaños ante él. "Es posible que el tal Mu Th'arr ni siquiera esté pensando en conseguirse una cura para su enfermedad", dice el dragón.

- En ese momento, el grupo se percata de la desaparición de Demian. El dragón corre por el pasillo de la izquierda: cuando sale está furioso. Alguien le ha robado la Lira de Cronos. Los héroes, avergonzados, juran que se la traerán de vuelta, y corren por los túneles en busca del fugitivo.

- Gracias al olfato de Escarcha, el grupo encuentra a Demian, quien andaba perdido en las galerías de la mina. El bardo está invisible y, usando la Lira mágica, detiene el tiempo e invoca un enorme gusano y un elemental de tierra que se enfrentan a los héroes. Dos bolas de fuego también estallan entre los héroes.

- Aunque sus enemigos son poderosos, los héroes consiguen contenerlos. Los monstruos caen. Los héroes -que han dejado a Demian inconsciente-, desnudan al bardo y lo llevan ante el dragón para interrogarlo. Es poco lo que pueden sacar en limpio: Demian fue enviado por Mu Th'arr para robar la Lira y asegurarse de que los héroes cumplieran con su objetivo. Luego, le ofrecen el bardo a Graund N'Amyrr, quien no rechaza el bocado.

- Queda el problema de cómo salvarse de la Peste: ya hay cuatro enfermos en el grupo y la posibilidad de que el otro grupo les haga llegar las Aguas de la Vida se han perdido. Mirando a Ylla, Graund N'Amyrr le pregunta al grupo: "¿Han viajado alguna vez a lomos de un dragón?".
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