jueves, 7 de junio de 2007

Sesión del domingo 13 de mayo del 2007

25 de febrero del 1632 (3003 según el calendario florentino)

—Está anocheciendo. Los héroes deciden armar campamento entre los árboles, bien ocultos de la mirada del castillo antes de dar un paso.

—La mañana siguiente, Anädheleth y Ghoreus cortan un enorme trozo de hielo del borde del lago para usarlo como balsa. Numentarë utiliza un ritual de ocultación mística combinado con un conjuro de no detección: pinta las caras de todos con carbón mineral y espolvorea polvo del mismo sobre el cuerpo de todos. Los héroes se vuelven inmunes a la detección mágica.

—A bordo de la balsa y siendo arrastrados por varios castores invocados por Anädheleth y Miarlith, los héroes llegan hasta el costado sur del castillo. Allí encuentran la misma entrada que en su momento utilizaron Ghorinth, Kalandril, Ejöann, Gurkah e Ylla.

—El grupo llega hasta un cuarto de aseo. Arriba de ellos, una cocina, en la que escuchan ajetreo. Cuando deja de oírse ruido, el grupo sale y explora: cocina, despensa y una escala de subida que parece llevar al comedor y otras salas.

—El grupo investiga un poco: descubre habitaciones de servidumbre y guardia y escuchan a las cocineras conversar con los guardias en el comedor. Consiguen ropas y armaduras para disfrazarse de guardias.

—Las cocineras regresan a la cocina: el grupo está oculto en la despensa, salvo por Eleion quien, invisible, acecha a las cocineras. Cuando se da cuenta de que podrían entrar a la despensa, lanza un conjuro de sueño sobre ellas. Una se desmaya, la segunda no es afectada por el conjuro, así es que Eleion la deja inconsciente de un golpe. Ambas son amarradas y escondidas en la despensa. Eleion utiliza un conjuro para alterar la apariencia de Anädheleth y hacerla pasar por una de las cocineras que, como alcanzaron a oír, se llama Isabel y estaba flirteando con uno de los guardias, llamado Ricardo.

—Anädheleth entra al comedor con más comida. Utiliza su carisma y el poder de los pendientes de Venus para sembrar cizaña entre los guardias. Finalmente consigue que se peleen por ella y se golpean unos con otros. Ricardo termina sacándola de escena para tomarla. Anädheleth utiliza el poder de los pendientes para dominarlo mentalmente: el grupo dispone ahora de un guía que conoce bien el castillo.

—Gracias a la información de Ricardo, el grupo elabora un plan: Ghoreus y Ricardo se harán pasar por el relevo de las mazmorras. Anädheleth los acompañará con comida para los prisioneros.

—Los tres llegan a las mazmorras. Un par de guardias les dice que no pueden entrar, porque Lilandrith está haciendo su ronda matinal. Anädheleth (aún con la apariencia de Isabel) tirita: ¿la reconocerá su madre? Los guardias les cuentan que Lilandrith está furiosa porque en la noche su hija Nadine estuvo “probando” la sangre de la nueva prisionera. Ahora Lilandrith está escarmentando a la guardia nocturna por dejar pasar a su hija.

—Hathol, por su parte, elabora su propio plan: se hace pasar por otro guardia que debe entregar un mensaje a Lilandrith. Los guardias le indican que la hechicera está en las mazmorras. Allí llega.

—Lilandrith sale de las mazmorras, furiosa. Discute con uno de los guardias presentes y lo mata de un gesto. Le ordena a Hathol que lo reemplace y a Ghoreus lo manda a llevarse el cuerpo afuera. Ordena a Anädheleth que lleve comida para los prisioneros, lo que hace inmediatamente. Luego se va.

—Anädheleth va en busca de ayuda (supuestamente por más comida). Se junta con Ylla y Hathol: concuerdan en que deben eliminar a los guardias y tratar de liberar a los prisioneros. Esperan hasta el cambio de guardia para actuar.

—El grupo entero llega a la prisión. Ghoreus, Ylla y Anädheleth reducen rápidamente al guardia de la entrada. Luego las dos entran a las mazmorras, disfrazadas de cocineras. Les siguen Numentarë, Hathol, Ghoreus y Eleion. En un rápido ataque sorpresa, la guardia es eliminada. El grupo se apresta a liberar a los prisioneros, cuando se dan cuenta que las mazmorras no tienen cerradura y que la única persona capaz de abrir las rejas es Lilandrith. Además, Trishna no se encuentra en las mazmorras. Al parecer, se la llevaron de la prisión, no saben dónde.

—El grupo debe actuar luego: han dejado demasiadas pistas y pueden dar la alarma. Numentarë, quien escuchó el relato de las aventuras de Ylla, le pregunta si sabe cuál es la torre de Nadine. Ella asiente. Numentarë decide ir allí. Eleion invoca prudencia, pero el arquero arcano no le hace caso. Finalmente, el grupo deciden forzar la entrada a la torre de Nadine para encontrar alguna forma de encontrar a Lilandrith.

—Guiados por Ylla y Ricardo, el grupo encuentra la torre de la vampiresa. Ricardo se queda afuera, vigilando. El resto del grupo, protegido contra la observación mágica, burla las alarmas de la torre y la investiga desde el primero hasta el último piso: nada. Eleion investiga la torre por fuera, utilizando su conjuro de escalada de araña. Descubre que la cúpula superior de la torre, hecha completamente de cristal, cubre una habitación completamente cerrada, en la que se ve un pedestal de mármol sobre el que descansa una enorme piedra de luna en forma de lágrima. Mientras investiga, Eleion se da cuenta de que las gárgolas de una torre vecina se mueven. El arquero arcano se retira rápidamente y entra a la torre de Nadine por el balcón.

—El grupo no ha encontrado nada en la torre. En la sala de estar, Eleion roba un cuadro en el que aparece Nadine, una bellísima semielfa, separando el lienzo del marco. Luego deciden investigar la puerta que lleva al subterráneo: es muy probable que Nadine pase allí el día.

—El grupo fuerza la puerta del subterráneo con hachas y tratando de soltar las bisagras. Finalmente, consiguen hacer una abertura. El grupo entra a una escala de caracol de piedra, que desciende a la oscuridad. Es allí donde Anädheleth descubre la habilidad que le ha legado su viaje al infraoscuro: es capaz de ver en la oscuridad absoluta.

—La escala de piedra desciende metros y metros hasta que llega a una oscura cripta con un sarcófago de piedra en su centro y cuatro puertas a cada costado. Numentarë y Ghoreus toman la iniciativa, sin hacer caso de la prudencia de Eleion, y corren la tapa del sarcófago: éste está vacío, salvo por tierra. Eleion saca la tierra del sarcófago. Ghoreus abre una de las puertas y entra a investigar. Apenas entra, la puerta se cierra tras él y tres vampiros salen de los ataúdes que había en la pequeña cripta. Mientras tanto, el resto del grupo es atacado por otros seis vampiros que salen de las demás puertas.

—El grupo toma rápidamente la delantera en la pelea contra los vampiros: se trata de esclavos vampíricos, no de vampiros de verdad, lo que les alivia y les inquieta. ¿Dónde está Nadine? Súbitamente, una bola de fuego estalla entre los héroes: Nadine les ataca.

—El combate sigue con fiereza: Nadine hiere seriamente a Anädheleth y Hathol queda fuera de combate, hechizado por uno de los esclavos vampíricos. Aunque tienen dificultades para atinarle a Nadine, Numentarë le provoca serias heridas. Finalmente, Eleion e Ylla le dan el toque de gracia y la vampiresa se convierte en niebla, que retorna al sarcófago. El grupo rodea la tumba, amenazante. Numentarë apunta una estaca de madera en el corazón de Nadine, Ghoreus mantiene su martillo listo para dar el golpe de gracia. El grupo interroga a Nadine: Trishna está en manos de Lilandrith, en la cúpula de la torre principal. Les revela por qué es tan importante: Trishna es una elfa plateada, una auténtica inmortal. Su sangre es muy poderosa (por eso era codiciada por Nadine) y podría darle juventud eterna a Theodorus. Esto era ignorado por Numentarë: él asegura que es un elfo dorado, por lo que se da cuenta de que su esposa Alqua debe haber sido una elfa plateada, una elfa de raza pura.

—El grupo discute algo más con Nadine y ella descubre que en realidad son elfos disfrazados de humanos. También oye de los deseos de venganza de Ghoreus y que Anädheleth es su medio hermana. Desafiante, Nadine hechiza a Eleion para que la libere. Eleion hiere a Hathol, y entonces Ghoreus golpea la estaca con el martillo. La vampiresa chilla de dolor y se consume, hasta que la carne se le pudre, se le desprende de los huesos y se hace polvo.
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Sesión del 18 de marzo del 2007

18 de febrero del 1632 (3003 según el calendario florentino)

—Numentarë y Miarlith se turnan para vigilar la comisaría donde tienen prisioneros a los elfos. Esperan que aparezca una caravana o algo así que se los lleve a donde sea que se los están llevando.

—Mientras tanto, el resto del grupo trata de buscar a Puño de Ogro para darle una lección. Se contactan con Silvina para pedirle ayuda. Ella se niega a darles alguna conexión: todos los que lo han buscado para saldar cuentas terminan muertos. Además, les revela el verdadero nombre del cazador: Ángel Floresti. Les pide que por favor no le cuenten nada a Tip, ya que él no sabe que Puño de Ogro es Ángel y éste asesinó a varios amigos de Tip hace diez años (Carla Cori, Raquel Tintoretto y Sandro Bornel). Si Tip descubre que es él, sería capaz de salir en su búsqueda. Silvina trata de evitar eso por todos los medios: sabe que Puño de Ogro lo mataría de inmediato. Silvina les cuenta además que por lo que ha averiguado con las prostitutas del distrito Poniente, Puño de Ogro no se ríe ni con las papas fritas. Ni siquiera pone cara de placer cuando está en lo mejor. Además, al parecer Puño de Ogro no se encuentra en la ciudad: está de cacería.

—Los héroes deciden esperar mientras ocurre algo en la ciudad. Mientras tanto, Hathol y Ghoreus compran ingredientes de pólvora para hacer “bombas”. Anädheleth seduce a un joven estudiante de biología de Ravena y hace que le compre vestidos y joyas. La elfa se aprovecha usando sus pendientes mágicos y hace que el joven, Julio Marconni, gaste hasta su última moneda en ella, sólo para que ella después lo deje de lado. Él, sin embargo, un caballero que intenta seducirla con poemas y bellas palabras, la deja invitada a casa de sus padres, en Ravena, para que lo visite cuando desee.

—Eleion, mientras tanto, decide usar sus conjuros para ganar algunas monedas en una casa de juegos. Allí se encuentra con Tip, quien le da algunos consejos para jugar, hacer trampa y ganar sin que se note mucho. Eleion sale ese día con buenas ganancias.

—El 23 de febrero pasa algo: ese día, temprano en la mañana, se produce agitación en el distrito Oriente: la Inquisición ha atrapado a una bruja y van a quemarla en público. Los héroes (salvo Miarlith y Numentarë, que están vigilando la comisaría) van a mirar. Una pira en medio de la plaza, una mujer de unos treinta y tantos, encadenada, rodeada de sacerdotes de Zeus y algunos hechiceros de la Orden Púrpura, entre ellos Justino Marconti, Gran Maestro. La gente pifia a la mujer y apoya las acusaciones del sacerdote, quien declara que la mujer es culpable de brujería y simpatizante de elfos. Todos quieren que se vaya a la hoguera. Todos menos un par: Tip y Beatriz, que se encuentran entre el público.

—Finalmente la llevan sobre la pira y la encienden. Los héroes, que temen las consecuencias si son descubiertos y se van. Sólo queda Eleion mirando. Es entonces cuando una saeta sale de entre la gente y se clava en el cuello de la “bruja”, quien muere instantáneamente. La gente y los Inquisidores se quejan: ¿quién ha impedido el justo castigo? Alguien indica a Beatriz, que está escondiendo su ballesta, y se produce una trifulca. Eleion usa la Varita de Maravilla sobre los inquisidores: un aura de ira los azota y se empiezan a pelear con el público. El único que no es afectado es Justino, que mira a la gente buscando al que lanzó ese conjuro. Eleion se esconde en la multitud y trata de escapar con Beatriz. Un hombretón toma a Beatriz de la capa y trata de impedir su escape. Tip le pega un puntapié al hombre y lo acusa de “amigo de brujos”. Se arma otra pelea. Aprovechando la confusión, Eleion y Beatriz se escapan.

—Eleion y Beatriz se refugian en una miserable casucha, en un callejón. Les recibe una viejita muy amable, que les ofrece té. Beatriz se pone a llorar: la “bruja” era una amiga muy querida, su maestra, en cierto sentido. Le da las gracias a Eleion y le advierte que Justino Marconti puede rastrear las estelas mágicas, así es que debe tener cuidado. Le sugiere utilizar conjuros que oculten las auras mágicas para que los Hechiceros Púrpura no lo encuentren. Eleion sigue su consejo, pero antes la consuela y conversa con ella. Ella le dice que no debe quedarse más en Villa del Roble o podrían dar con él, así es que le ofrece ayuda para trasladarlo donde unos campesinos amigos de “Los Dados” para que se quede hasta que se calme la situación. A cambio, le pide sólo que compre algunas cosas para ellos. Eleion acepta.

—A causa de los incidentes, esa noche se declara toque de queda. Inquisidores y Hechiceros Púrpura patrullan la ciudad y revisan casas al azar. Los héroes entienden que es peligroso seguir allí, así es que deciden irse a una posada del distrito Poniente antes de la caída del sol. Cuando se están yendo, se encuentran a Tip (con un ojo en tinta), quien les ayuda a salir del distrito Oriente sin llamar mucho la atención, mientras Marconti está investigando las casas.

—El grupo cruza el puente. Al otro lado son detenidos por una patrulla y un Hechicero Púrpura, quien los interroga. El grupo se hace pasar por cazadores de elfos y le entregan a los guardias el documento válido por una recompensa por orejas y un niño elfo. Anädheleth seduce al hechicero con sus pendientes para que les dejen pasar sin mucho problema. Pero éste se entusiasma y decide invitarlos a tomar un té. Luego de una incómoda conversación, el hechicero se da cuenta de que ellos no son cazadores, por lo que les tiende una emboscada: el grupo debe enfrentarse a dos Hechiceros Púrpura y tres guardias de elite. Aunque la pasan mal —Ghoreus es paralizado, Ylla cae bajo un conjuro de desesperación, Hathol bajo uno de idiotez y Anädheleth queda al borde de la muerte—, finalmente consiguen sobreponerse y salir de la torre de guardia. En la huida, un par de soldados les disparan con sus rifles y hieren a Hathol. Finalmente consiguen escapar.

—La noche está cayendo rápidamente, así es que el grupo decide salir de la ciudad por la puerta norponiente para evitar las patrullas. Cuando llegan, la guardia está cerrando las puertas, pero Anädheleth consigue convencer a los guardias de que los dejen salir. El grupo finalmente consigue alejarse de Villa del Roble y camina hacia el norte buscando un refugio para pasar la noche.

—En el camino, Hathol, Anädheleth, Ylla y Ghoreus se encuentran con Eleion, quien acompaña a un campesino y su mula. Ya es de noche, pero el campo, cubierto de nieve, está claro. El grupo llega hasta el rancho del campesino y piden hospitalidad a él y su mujer. Éstos aceptan, pero les advierten que, salvo por Eleion (el único contemplado), deberán dormir en el granero. Pequeños incidentes: Anädheleth seduce al campesino con sus pendientes y éste queda prendado, pero su mujer se enfada con la montaraz; el hijo de los campesinos, un mozuelo de unos quince años, se enamora de Eleion, el alter ego humano de Eleion.

—El grupo se mantiene en contacto con Miarlith y Numentarë gracias a Nevar, que hace de mensajero entre ambos grupos. Éstos les informan que hay agitación en la ciudad, pero que a ellos no les han molestado.

—24 de febrero por la mañana: Miarlith, quien vigila la prisión acompañada de Shasta, escuchan un barullo afuera: acaban de traer un nuevo prisionero. Miarlith lo reconoce: es Keldor, un elfo verde amigo de Ylla.

—Más tarde, llega a la prisión el mismísimo Theodorus, quien hace una inspección de los elfos. Miarlith, asustada, retrocede y se esconde en una grieta. Su olfato, aguzado por su forma de serpiente, le permite detectar el olor característico de Theodorus: una mezcla de exquisitos perfumes y... sangre. Sangre de elfo. Como si su cuerpo tuviese mucha más sangre de la que debiera tener. El perfume es para disimular el terrible olor. Escucha que Theodorus está conforme con los prisioneros. Ordena a los guardias que preparen a los elfos para llevárselos de allí.

—Afuera, ha llegado una carroza. Está manejada por un enorme tipo cubierto con ropas anchas y una capa de pieles. Su rostro está completamente oculto tras una máscara de porcelana blanca. Miarlith está asombrada: el tipo parece medir dos metros y medio. Le acompaña una anciana humana, vestida con una túnica azul. La carroza es escoltada por cuatro jinetes en armadura completa, con estandartes púrpuras en los que se ve el símbolo del Imperio: un león alado bordado en hilo de oro. Theodorus conversa animadamente con la anciana y se sorprende con una noticia que ella le da. Miarlith no consigue recoger ningún fragmento de la conversación, pero el hechicero se muestra complacido. Luego de un rato, los guardias llevan a los prisioneros a la carroza, encadenados, y los encierran. Antes de que la carroza parta, Shasta se desliza hasta ella y se refugia en su interior. La carroza parte.

—Miarlith y Numentarë se reúnen en un parque cercano. Numentarë le informa que el nuevo prisionero, Keldor, fue llevado por Puño de Ogro, quien cobró una suculenta recompensa por él y las orejas de elfo que llevaba consigo. Luego de trazar rápidamente un plan de persecución, Miarlith se convierte en lechuza blanca y sigue la carroza desde el aire. Numentarë parte tras ella, a distancia prudente para no ser descubierto. Poco antes de que salgan de la ciudad, empieza una ligera nevada.

—Avisado por Nevar, el grupo se entera del viaje de la carroza y la dirección que lleva: hacia el norte. Desde la ventana del rancho, los héroes ven pasar a lo lejos la carroza y sus escoltas. Esperan que pase un rato y salen a encontrarse con Numentarë. Agradecen a los campesinos su hospitalidad. Hathol deja a los campesinos 5 lucianos en agradecimiento. Estos quedan más que complacidos.

—El grupo se reúne con Numentarë. Nevar sigue la carroza a buena distancia (lo suficiente para verla sin que lo vean a él), mientras Eleion y Ghoreus siguen el paso a un kilómetro de Nevar, lo suficiente para no perder contacto con él. Numentarë e Ylla fuerzan la marcha y caminan a través de los campos, al oeste del camino, para tener otra perspectiva y no quebrar la distancia que mantiene al arquero arcano en contacto con su familiar. Hathol y Anädheleth están en la retaguardia, siguiendo las huellas de la carroza para no perder la presa.

—La carroza arriba a un pueblo campesino poco después del anochecer. El grupo arma campamento —sin fuego— a una distancia prudente del pueblo, sobre una colina y escondido junto a una pequeña arboleda. Miarlith se deja vencer por el sueño: no ha dormido en casi dos días. Ghoreus le sigue pronto, mientras el resto del grupo se reparte las guardias. Gracias a Nevar y Shasta, el grupo vigila la posada donde descansan los viajeros de la carroza. A la mañana siguiente, poco antes del amanecer, la carroza continúa su viaje. Los héroes continúan entonces su marcha. Ha nevado toda la noche y los campos están cubiertos de un incólume manto.

—Unas cuantas horas después de mediodía, la nieve finalmente se detiene. A lo lejos, a unos cuantos kilómetros, Miarlith (en forma de lechuza) alcanza a vislumbrar un banco de niebla. Le informa a sus amigos y luego continúa su vuelo, tratando de determinar la dirección de la carroza. El grupo no sabe qué hacer: ya no podrán espiar la carroza desde el aire y lo único que les quedará es seguir las huellas y que Numentarë mantenga la distancia de contacto con Shasta. Ghoreus y Eleion, con un tranco largo gracias a sus botas mágicas, son los primeros en penetrar al banco de niebla, siguiendo las huellas en la nieve. El resto del grupo le sigue con más de media hora de diferencia. Cuando entra en la niebla, Numentarë ya ha perdido contacto con Shasta.

—El grupo avanza por una niebla espesísima, que no deja ver a dos metros de distancia. Desde el primer momento, Ylla comprendió que se trataba de la niebla que rodea siempre al castillo Horia, el refugio de Theodorus. Y no está equivocada.

—Acelerando un poco el paso, Ghoreus y Eleion alcanzan a oír el desplazamiento de la carroza entre las colinas y los árboles que les salen al paso. No saben dónde están, ni adónde se dirigen. Sus amigos, unos kilómetros más atrás, sí lo saben: están llegando al lago Trichonis, allí donde se encontraba el castillo Horia la primera vez que Ylla lo visitó, en compañía de su antiguo grupo. Ghoreus y Eleion reducen el paso: no quieren que los viajeros los descubran. Después de un tiempo que parece interminable, finalmente salen de la niebla. Sobre ellos, el cielo azul, que empieza a teñirse de crepúsculo. Ghoreus y Eleion trepan sobre una colina y se esconden tras unos arbustos cubiertos de nieve. Mirando hacia arriba se dan cuenta de que están en un ojo de cielo: la niebla todavía se extiende a su alrededor, como un muro circular. El centro es un enorme castillo de mármol azul, con doce espigadas torres con cúpulas de cristal, que reflejan la luz del crepúsculo. El castillo se asienta sobre un promontorio rocoso, en medio de un lago de aguas oscuras. La carroza avanza directamente hacia el castillo, aunque el lago sólo está congelado un centenar de metros y el hielo no parece muy sólido. Mientras la carroza avanza, empieza a formarse niebla alrededor del castillo. Cuando ya está sobre el hielo, la niebla toma forma de un puente y la carroza avanza sobre él, sin detenerse. Las puertas del castillo se abren, la carroza entra en él y se cierran sin emitir ningún sonido. El puente de niebla se disipa como si de simple niebla se tratase. Mirando la bella y sólida construcción, a Ghoreus le parece haber visto un estilo arquitectónico parecido: en Thanödariánn, la ciudad de los elfos oscuros.

—Mientras observan el imponente castillo, Eleion ve una criatura que se arrastra hacia ellos: es Shasta, que se desliza sobre la nieve y finalmente trepa por la pierna de Eleion, buscando refugio contra el mordiente frío. El elfo recibe gustoso a la serpiente, mientras espera que llegue Numentarë con el resto del grupo. ¿Cómo harán ahora para entrar al refugio del hechicero más poderoso de Kraëtoria?
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Sesión del domingo 25 de febrero del 2007

—Miarlith se reúne con Seladar, druida elfo verde, junto a los Dólmenes de la Tormenta. La druidesa le cuenta a Seladar su inquietud por la presencia de un montaraz asesino. ¿Por qué Gaia le brinda poderes a un ser maligno?

Seladar es enigmático: Gaia es vida, pero muerte también. Sus intenciones y sus designios son extraños. La muerte de algunas especies en manos de otras es un proceso natural. Pero también lo es la lucha por la supervivencia. Miarlith, aún confundida, se reúne con sus amigos y se prepara para un extraño viaje.

—El grupo se junta después de una semana. Numentarë se ha conseguido 4 pergaminos de polimorfizar y los usará en el grupo para hacerlos pasar por humanos, ya que deberán infiltrarse en Villa del Roble para investigar. Numentarë y Anadheleth tienen anillos de forma humana. Miarlith irá transformada en perro, para pasar lo más desapercibida posible. Tanto Escarcha como el pegaso de Eleion son dejados en el bosque, a cargo de los druidas.

—El grupo consigue entrar a Villa del Roble sin grandes problemas. Llegan a la posada del “Lobo Perezoso”, donde se reencuentran con Patricio Bergonti, el dueño, y la nueva mesera, una mujer gruesa llamada Lara. Bergonti les atiende bien y reconoce a Ylla (alter ego humana de Ylla) en el acto. Les prepara una reunión con Tip en la misma posada, más tarde.

—Los héroes aprovechan el día para investigar la ciudad. Harry (alter ego humano de Hathol), Andrea (el alter ego humano femenino de Eleion) y Ana (alter ego humana de Anädheleth) investigan en el sector del mercado y llegan hasta la tienda de Darío Costa, un mercader que comercia objetos mágicos sustraídos a los elfos. Costa vende y revende objetos, arrienda equipo mágico a los cazadores y conoce a muchos de ellos. Con ellos, Eleion consigue información respecto a algunos grupos de cazadores, entre ellos el del humano conocido como “Puño de Ogro”. Darío se compromete a contactarlos con un grupo de cazadores en la taberna “La Doble Jarra” si le dan la oportunidad.

—Mientras tanto, Ylla, Gregorio (alter ego humano de Ghoreus), “Queso” (Miarlith transformada en perro de guerra) y Nicodemo (alter ego humano de Numentarë) se entrevistan con Tip en la habitación del primer piso del “Lobo Perezoso” (la que antes fue la habitación de Claudia). Tip conversa con Silvina, una prostituta joven (16 años), pelirroja y muy agradable. Ella les deja solos y conversan. Tip les cuenta que la cosa se ha tranquilizado desde que se fueron, pero que los Cuchillos Negros no los han olvidado. Les da además el nombre del asesino que casi los elimina en el puente: Daemión, el de las Mil Caras. Consultado sobre el destino de los elfos jóvenes que se toman prisioneros, Tip dice desconocer el resultado. Sabe que las orejas de elfo y los prisioneros elfos se entregan al comandante de la guarnición de Villa del Roble, un mago de la Orden del Dragón Rojo llamado Rocco Algernon. Se supone que se paga bien por estos trofeos y que el dinero proviene de las arcas del Imperio. Pero no sabe mucho más al respecto: Tip desprecia a los cazadores. Les da un dato, sin embargo: Silvina (que no es muy apetecida porque muchos la encuentran fea por sus pecas) tiene como uno de sus pocos clientes precisamente a Rocco Algernon. Tip les recomienda conversar con ella para que les dé más información.

—Silvina les avisa que esa misma noche tiene una cita con Rocco, en una posada del lado Oeste llamada “El Diván Carmesí”. A pedido de los héroes y luego de acordar una paga de compensación ofrecida por Numentarë, 100 lucianos, Silvina accede a sacarle información a Rocco. Ella les advierte, sin embargo, que Rocco es un hombre dulce, que desprecia a los cazadores y delega la entrega de recompensas al capitán de la guardia, Jonás Valvere.

—Tip les da a los héroes una última advertencia: hace dos semanas llegó a Villa del Roble una nueva partida de acorazados cargados de armas de guerra. Les acompañaba un grupo de hechiceros de la Orden Púrpura Imperial: los inquisidores arcanos. Desde su llegada, dos personas habían sido acusadas de ejercer la hechicería sin permiso y fueron quemadas públicamente. Por si fuera poco, Theodorus está en la ciudad.

—En un momento, Anädheleth y Numentarë conversan y él le cuenta que conoció a su padre, hace ya mucho tiempo. Que vivieron algunas aventuras juntos, pero que se despidieron hace tiempo.

—En la noche, Ghoreus y Miarlith escoltaron a Silvina al distrito Oeste, llevándola hasta el mismo “Diván Carmesí”. Debían ir a buscarla a la mañana siguiente, a las siete, para llevarla de vuelta al “Lobo Perezoso”: debían evitar a toda costa que algo le ocurriera. Durante su regreso al distrito Este, Ghoreus y Miarlith pasaron nuevamente por las torres de la guardia en la ribera oeste. Sólo que esta vez vieron a un hechicero de manto púrpura y dorado conversando con un grupo de guardias. El hechicero era muy inquietante: barba negra como el carbón, rostro duro y anguloso, ojos brillantes, con pupilas en forma de relojes de arena. Cuando Ghoreus y Miarlith pasaron frente a él, el hechicero se quedó en silencio, mirándolos atentamente. Los héroes caminaron tranquilamente, sin dejarse intimidar para no llamar la atención.

—Durante el día, Numentarë se la había pasado bebiendo de su odre y emborrachándose cada vez más. Eleion trató varias veces de quitárselo, infructuosamente, y se volvió cada vez más molesta con la actitud irresponsable del arquero arcano. Numentarë se acostó temprano y Eleion dejó a Nevar vigilando su ventana.

—Nevar le informa a Eleion que Numentarë había salido en la noche y volvió de madrugada. Simplemente le dijo a Nevar que no le avisara a nadie. Eleion lo enfrentó y le dijo que no podía vagar solo porque eran un grupo y que no podía actuar de forma irresponsable. Numentarë le respondió que ya no necesitaba de niñeras y que había ciertas cosas que era mejor hacerlas en solitario, porque el grupo molestaba. La discusión acabó muy tensa, pero Numentarë no le dio mayor importancia.

—Ghoreus y Miarlith salieron muy temprano para ir a buscar a Silvina. Sin embargo, apenas pasaban por el mercado se dieron cuenta de que les seguían. Nevar, que iba con ellos, le avisó a Eleion de lo que ocurría y el grupo se puso rápidamente en marcha para interceptar a los perseguidores. Al poco andar, todos los miembros del grupo se dieron cuenta de que los seguían. Numentarë neutralizó a uno y luego llevó a Eleion hasta el puerto. Le dio unas monedas a un botero y le dijo a Eleion que cruzara al otro lado del río y fuera al “Diván Carmesí” invisible, para que no le siguieran. Luego Numentarë regresó con el resto del grupo y dio caza a uno de los perseguidores. Éste le dijo simplemente que les habían pagado para seguir sus movimientos. Numentarë le dejó partir: se trataba de un ladronzuelo de poca monta.

—Eleion consiguió rescatar a Silvina y la guió de regreso al “Lobo Perezoso”. Allí se encontraron con Tip, a quien le informaron del evento. Éste les agradeció la protección que le brindaron a la chica y les acompañó mientras Silvina les entregaba su reporte: Rocco le contó que a él le desagradaban los cazadores, pero que cumplía con sus órdenes. Las orejas de elfo se pagaban con fondos imperiales, pero la paga por los niños y jóvenes elfos provenía directamente de las arcas de Theodorus. Los prisioneros son llevados a la comisaría del distrito Oeste, donde son retenidos algunos días antes de ser llevados al castillo de Theodorus. Nadie sabe dónde está el castillo ahora, pero Theodorus está en la ciudad.

—Los héroes elaboran rápidamente un plan: irán a la comisaría y buscarán a Trishna en ella. Si no la encuentran, pero hay otros elfos jóvenes en ella, esperarán a que sean trasladados hasta el castillo de Theodorus y seguirán la caravana. Tip les promete ayuda si a cambio le hacen un favor: deberán capturar a uno o más de los tipos que les están siguiendo, ya que se trata de miembros de los “Cuchillos Negros”. Los héroes aceptan.

—Numentarë, borracho, se retira a sus aposentos para descansar para la noche y estar listo para atacar la comisaría. Eleion, furiosa, lo increpa y le critica su irresponsabilidad. Numentarë la manda a la mierda y se encierra en su pieza. Eleion se queda afuera de la pieza, vigilando, y manda a Nevar a la ventana a hacer lo mismo. Eleion está atenta, oyendo todo lo que ocurre en la habitación. Después de unas horas le parece escuchar un ruido distinto: un ruido de... sollozos. Eleion, incómoda, traga saliva y decide dejar a Numentarë tranquilo para reunirse con el grupo.

—En la tarde, y sin muchos problemas, los héroes elaboran una sencilla emboscada con la cual acorralan y derrotan a cinco de sus perseguidores. Tres son muertos y dos son atrapados. Los héroes dejan un mensaje para los “Cuchillos Negros” y se llevan a los prisioneros al “Lobo Perezoso”. En la noche, Tip llega a la posada con una amiga, una hechicera llamada Beatriz y empiezan a interrogar a los prisioneros.

—Mientras tanto, esa misma noche Eleion, Numentarë, Hathol y Miarlith cruzan al distrito Oeste en un bote “prestado”. Numentarë envía a su familiar, la serpiente Sasha, con Miarlith. Éste corre a la comisaría con la serpiente enroscada. Allí, Miarlith se convierte en serpiente y ambos entran a través de la alcantarilla hasta el subterráneo de la comisaría, donde están los prisioneros. Además de los guardias jugando cartas y algunos prisioneros humanos, Miarlith y Sasha descubren a un niño elfo y una elfa joven con su bebé, encerrados. Pero ni rastros de Trishna. Con el reporte de la situación, los demás héroes, que se encuentran ocultos en un parque del sector, acuerdan vigilar el sitio por lo menos hasta la mañana, para saber qué pasará con los prisioneros...
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Sesión del domingo 11 de febrero del 2007

Resumen del episodio anterior

—Los héroes estaban patrullando la frontera oeste de Gallen cuando fueron atacados por un grupo de cazadores de orejas, liderado por Zsash, el doppleganger. Los héroes los vencieron y los mataron a todos.

—Luego, les llamó la atención un grito ahogado al sur. Fueron a investigar: encontraron un elfo colgando de un árbol, muerto, con las orejas cortadas.

Ahora...

—Los héroes investigan rastros: no hay. Les llama la atención un halcón gris que parece vigilarlos.

—Entra nuevo personaje: Hathol, espadachín elfo vagabundo. Está acompañado de Ghodder Urdon, guerrero enano y Trishna Undomyanta, arquera arcana elfa vagabunda.

—Hathol y su grupo patrullan una zona algo más al sur. También oyen golpes y sonidos de batalla. Trishna envía a Hathol y a su tigre, Daya, a investigar.

—Hathol se encuentra con grupo de héroes. Después de mutuas desconfianzas, se unen para investigar. Hathol manda llamar a su grupo con Daya.

—Grupo investiga más al interior del bosque: descubren otros dos elfos muertos, colgando de un árbol, sin orejas.

—Mientras investiga arriba de un árbol, Ylla es atacada: una cuerda rodea su cuello y alguien trata de ahorcarla. Ylla se libra y cae al suelo. El atacante, invisible, escapa, pero es herido por una flecha de Anadheleth. Los héroes siguen el rastro de sangre.

—El rastro los lleva a una zona de bosque muy, muy espesa. Los héroes dudan, pero finalmente se deciden a entrar. Tienen que abrirse paso casi a golpes de espada.

—El rastro los lleva ante un árbol. En él, escrito con sangre se lee en latín: “miren hacia arriba”. Entonces les cae una lluvia de afiladas púas de madera. Anadheleth las detiene a tiempo lanzando un conjuro de muro de viento. Quedan indemnes.

—Eleion le pide a su pegaso que detecte el mal para seguir a su enemigo: siente una presencia maligna y el grupo sigue su intuición.

—En el bosque Eleion, que monta su pegaso. Es atacado por sorpresa, por la espalda. Eleion no recibe daño, pero su pegaso sí.

—Mientras tanto, otra parte del grupo es atacada: Hathol oye a Trishna gritar y corre en su ayuda. Ghodder está aturdido, con una herida. Dice que han atacado a Trishna y pide ayuda. Finalmente entienden que “el Cazador” no anda solo.

—Eleion lucha contra el Cazador. En la pelea, el pegaso es herido de gravedad y cae en coma. Eleion es casi incapaz de herir a su enemigo. Sus amigos llegan a socorrerlo. El Cazador no dice nada: sólo se funde con el árbol a su lado y desaparece. Miarlith y las montaraces quedan atónitas: ¿cómo pueden tener de enemigo a un hombre de los bosques, un druida o montaraz? Se encuentran perdidas, desorientadas.

—Hathol, por su parte, es atacado por Ghodder. El enano le golpea, le golpea y lo deja paralizado. Ghoreus ayuda al espadachín, luego llega escarcha y el resto del grupo y finalmente matan a Ghodder, el enano traidor. En su cuerpo encuentran un saquito con polvos mágicos de sueño. Finalmente entienden que Ghodder ayudó en el rapto de Trishna.

—Hathol insiste en buscar el rastro de la elfa. Eleion y el resto del grupo están indecisos: el pegaso se salvó de la muerte por los pelos, el resto del grupo está herido, están en un terreno que les desfavorece y sus enemigos son muy poderosos. Finalmente, Hathol parte solo y algunos le siguen. En el camino, se encuentran con la capa de Trishna y su broche, agarrados de una rama de árbol. Se la han llevado y su broche de marfil lo dejó atrás.

—Los héroes salen del bosque para buscar rastros de Trishna: nada. Lo único que queda es el camino a Villa del Roble. Seguramente se la llevaron allí porque alguien pagaba bien por las elfas jóvenes.

—El grupo finalmente decide qué hacer: se separarán unos días. Eleion y Hathol partirán al valle del río Trichonis, donde vive el padre de Trishna, para contarle lo ocurrido y pedirle ayuda. Irán en el pegaso (ya sanado por Miarlith) y llevarán el broche de marfil como prueba.

—Miarlith irá al Cónclave por pistas. Ghoreus viajará a Oghdammer a retirar los objetos que dejó fabricando: un yelmo de mithril y unos brazaletes del mismo metal, ambos bendecidos por los sacerdotes de Hefestos.

—Eleion y Hathol encuentran la casita de la montaña de Numentarë, el padre de Trishna, gracias a la descripción que la chica le había dado a Hathol. Allí conocen a Lidia, una anciana semielfa de más de cien años que oficia de criada del elfo. Al saber que Trishna está mal, Lidia lleva a los elfos a la cabaña. Pero Numentarë no está en condiciones de recibirlos: está borracho como cuba, su estado habitual desde que murió su mujer, Alqua. Eleion, Hathol y Lidia consiguen despertarlo y quitarle la resaca. Numentarë finalmente reacciona, junta sus cosas y se compromete a acompañarlos en la búsqueda de su hija: se encontrarán en la frontera, en una semana. Numentarë se pone el broche de marfil e invoca a Daya, que se materializa como una niebla. Numentarë monta a Daya y parte a lomos de ella hacia el sur, lo mismo hacen Eleion y Hathol: Lidia les desea mucha suerte.
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